En el corazón del pueblo de San Juan Cósala en la ribera de Chápala, “La casa San Juan” se emplaza entre la imponencia de los cerros por el norte y la tranquilidad de la laguna en el sur. El proyecto se desarrolla sobre un terreno de 1,300 metros cuadrados, envuelto en un contexto rural e inexistente de otras edificaciones del tipo, características que hicieron aun más interesante el programa y el desafío de resolver las necesidades establecidas por el cliente.El programa del proyecto exigía los componentes elementales de una casa de campo para una familia tapatía encabezada por dos profesionistas y dos hijos pre adolescentes y la solución a sus necesidades de esparcimiento y recreación cumpliendo con la premisa pre establecida de la seguridad. El cómo fue mucho más flexible, ya que desde un inicio hubo total empatía con los conceptos propuestos; queríamos que fuera una casa que te hablara del lugar donde se encuentra, materiales y formas se relacionan a manera de lograr estrechar las raíces de materiales locales con soluciones espaciales contemporáneas que responden a las vistas tan particulares que el sitio ofrece. La apertura de techos inclinados que convergen entre sí, la limpieza de líneas en los trazos de las cubiertas y los muros que no tocan los techos generando vanos con vistas a montañas, cielos y laguna generan una sensación única de interacción entre el usuario, la casa y el contexto.Desde la calle nos recibe una ceiba que despierta tus sentidos antes de pasar al patio de ingreso con 4 naranjos que con una composición espacial simétrica, remata en una fuente de cantera custodiada por la celosía de ladrillos que vuelan desde un nivel superior dándonos la bienvenida a la casa. En el partido, un muro de piedra de la región divide en la planta baja, a los servicios de las áreas sociales, y en la planta alta a la recamara principal de las recamaras de los hijos, dándoles a cada espacio privacía y un carácter particular.La casa San Juan” pretende ser un elemento transformador para el usuario que le promueva un esquema relajado, fácil y diferente, en donde atreverse a caminar en la lluvia, a leer en la fogata o a trabajar en la hortaliza sean constantes de un esquema que rompa con el estilo de vida de la ciudad.